Salvaescaleras: Cómo abordar el tema con padres y familiares mayores

Envejecer en casa, de forma independiente, es un privilegio que miles de mayores no desean perder.

 

Los tiempos están cambiando. Cada vez más gente apuesta por formas diferentes de afrontar los retos que implica el proceso de envejecimiento. Hacerse mayor es algo natural, una fase vital que cada persona tiene derecho a vivir a su manera, y las actuales generaciones de mayores así lo entienden y reivindican. Toca a su fin la época en la que se daba por hecho que a partir de cierta edad lo natural era recurrir a una residencia de ancianos. En nuestros días se está invirtiendo la tendencia, y con el tiempo la opción con más adeptos será envejecer en el hogar.

 

Envejecer en casa no solo es posible sino también deseable en un futuro que ya está aquí.

 

A medida que la generación nacida en los años 50 y 60 envejece, aumenta la tendencia a «envejecer en casa» frente a la anterior tendencia de pasar los últimos años de vida en una residencia de ancianos.

Este aumento hacia un estilo de vida independiente, también trae consigo una mayor dificultad a la hora de mencionar a una persona mayor que podría ser beneficioso para ella utilizar una silla elevadora o salvaescaleras. Puede provocar cierto rechazo o incluso herir sus sentimientos, cosa que todos preferimos evitar.

No es ningún secreto que las ayudas a la movilidad pueden proporcionar un beneficio inmenso de cara a garantizar la independencia y la seguridad de personas de edad avanzada.

 

Sin embargo, la mayoría de los individuos estigmatizan estos artículos como si fueran para «personas mayores» – ¡por supuesto que no para ellos mismos!

 

Ya sea uno de los padres, un abuelo, un hermano o un cónyuge, hay una manera correcta y otra incorrecta de recomendar el uso de una ayuda a la movilidad. Hemos reunido algunos consejos que pueden ayudar a mantener la discusión civilizada al abordar el tema con sus seres queridos de una manera que los fortalezca, en lugar de menospreciarlos u ofenderlos:

 

Consejo # 1:

Haz hincapié en los beneficios. La independencia, la seguridad y el aumento de la movilidad son sólo algunos de ellos. Mantente positivo – si tu madre evita subir escaleras porque le duele la rodilla, sugiérele que una silla elevadora puede ayudarla a tener acceso a toda su casa sin que la artritis dicte cuándo y dónde va. Recuerda que si se vuelve desafiante o se cierra en banda, amenazar con trasladarlos a una residencia no va a ayudar absolutamente en nada a la situación. Puede tomar un poco de tiempo, pero ellos mismos deben darse cuenta de las ventajas que se les comentan.

 

Consejo # 2:

Discute todas las opciones. Si la salud, la seguridad o el bienestar general de tus padres o parientes se ven comprometidos como resultado de sus problemas de movilidad, habla sobre las opciones. ¿Preferirían la asistencia de una persona de atención domiciliaria? ¿Preferirían estar en una residencia? (Una vez más, recuerda que esto es una discusión, no una amenaza!) A veces escuchar acerca de las opciones menos deseables hace que las que se sugirieron inicialmente suenen mucho mejor.

 

Consejo # 3:

Deja que ellos elijan. Cuando hayas llegado a un acuerdo sobre el uso de una ayuda a la movilidad, deja que la persona que será el usuario principal de la misma tome cualquier otra decisión. Ofrece a tu madre los recursos (páginas web, catálogos o folletos) para investigar las opciones y tomar su decisión. También puedes ofrecer una reunión para que un especialista en el producto vaya a casa para hacer recomendaciones y responder a sus preguntas. Esto solidificará un sentido de propiedad, en lugar de «mis hijos me compraron esta cosa».

 

Consejo # 4:

Obten la opinión u orientación de un profesional. El médico de cabecera puede ser una fuente valiosa de sabiduría cuando se trata de incorporar ayudas de movilidad. Tu padre o tu madre tomarán sus consejos como apoyo a los que les has ido contando y entenderá mejor cuales son los pros y contras de cualquier ayuda técnica a la movilidad.

 

Consejo # 5:

Haz una prueba. Averigua si hay una manera de probar la ayuda antes de comprar, dándole tiempo a la persona para que se sienta más cómoda o familiarizada con su uso. Bidea cuenta con salvaescaleras de exhibición donde puedes llevar a los padres a probar el producto antes de tomar cualquier decisión.

 

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