Con el paso del tiempo cambiamos, algunas capacidades se potencian mientras que otras se pierden. Por eso, nuestro hogar también debe cambiar y adaptarse a quienes somos en cada momento.
Vemos con frecuencia cómo la pérdida paulatina de audición y equilibrio de nuestros padres, un dolor intenso en las articulaciones de nuestra pareja o la aparición de la fatiga al andar en uno mismo, hacen que las escaleras que un día no significaron más que el camino para llegar hasta el dormitorio o bajar al txoko a pasar un rato con la familia y amigos, pasen a transformarse en un problema.
En cualquier caso, si tienes escaleras dentro de casa o para acceder a ella, cada día te enfrentas a un obstáculo y la posibilidad de caerte intentando sortearlo.
Si estás en esta situación, tienes dos opciones: considerar un cambio de residencia. O adaptar tu hogar a tus nuevas necesidades y recuperar la tranquilidad.